Fuimos a conocer Calixto (Catamarca 2129), que fue MUY recomendado en el ranking de lugares para almorzar (#1). Loco, qué belleza de lugar y la propuesta de la carta es increíble.
Arrancamos probando la shakshuka hebrea. Huevos pochados en salsa de tomates con aceite de oliva, tahini y zaatar, perejil y pan integral para mojar. Una delicia.
La salsa como la de una cazuela de salchichas, medio dulce y concentrada, bien casera. Un plato que levanta un muerto. Untuoso. La mezcla de sabores te explota en la boca. Mucho umami. Me gustó muchísimo.
Para tomar pedimos unos licuados detox con opciones originales y sanas. Yo elegí uno de frutos rojos, remolacha, jengibre y te oolong. Y Yem otro con naranja, cúrcuma, jengibre, calabaza y zanahoria.
El lugar es bellísimo. Está decorado de una forma acogedora, el ambiente te invita a quedarte, y adelante tiene una barra con vista a la calle con algo nunca visto: banquetas CÓMODAS.
Si querés saber en qué anda la realeza europea o cómo pasa la Navidad la familia de un cirujano sueco con mucha cara de deuda existencial, hay una pila de revistas HOLA! para chusmear.
Esta es la bruschetta de palta, rucula, tomates grillados, pasta vegana, semillas y oliva. Gigante. Buen detalle: los tomates estaban calentitos. Fresca. El pan, hermoso.
Yo comí la sugerencia del día que era un filet de merluza rebozada con panco y avena, con una crema de verdeo y papas el horno. Muy lindo presentado. El rebozado crocante, lo mejor.
De postre, budín de pan con coco. Creo que es el mejor que haya comido. El caramelo era espeso y denso. La textura con el coco, una locura. Me encantó. De lo mejor junto a la shakshuka.
Detalles que me enamoran de los lugares. Hasta la panera era rica. Un pan de molde casero pesado, rústico, recontra rico. Y en una tacita te traían el licuado que no había entrado en la copa.
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