Ya se sabe: al que le gusta la milanesa no va a comer al Club de la Milanesa. Supo ser bueno, pero hace años que bajó la calidad y mis últimas experiencias fueron malas. Por eso cuando me llamaron diciéndome que habían cambiado todo, dudé. ¿Querés leer una reseña honesta?

Me dijeron que se dieron cuenta, y que cambiaron las recetas. Estaban buscando comunicadores de gastronomía que vayan a probar la nueva fórmula para recibir feedback. Lo pensé. Les dije que si lo hacía, posteaba todo sin filtro. Era 100% honestidad brutal o nada. Aceptaron.

Fuimos al de calle Pellegrini, en Rosario. El cambio de carta se vio acompañado de una renovación estética. Cambiaron el negro por blanco, más madera. Para empezar, voy a decir la verdad: la mesa en la que nos sentaron no estaba muy limpia. Había migas y los manteles de goma estaban engrasados. Puede pasar. Pero mala señal.

Primero probé la mila común. La de siempre, de nalga. Quiero ser objetivo: es cierto que cambió. No es una revolución, ni una locura. Solo está algo mejor. Ya no es esa pasta de carne industrial, una fina línea de algo marrón desconocido que parecía cartón empanado.

Es un poco más gruesa, tiene más pinta y sabor a casera. Subió un escalón pero sigue abajo si la ponés a competir contra una buena buena de bodegón. Sigue teniendo ese martillado para homogeneizar que la hace más «fast food», pero se le nota más fibra y textura de carne.

Igual no me terminó de convencer del todo. Sale $16.500 la tamaño M (para uno) con guarnición. Mucha $$$ para lo que es. Flechita azul en diagonal para abajo del PES para esta. Sinceramente no me conmovió.

Hasta acá, medio una decepción. Pero una de las novedades es la mila de bife de chorizo. Y esta sí me gustó mucho. Es gruesa, sabrosa, pura carne. Según la empresa está hecha (como todas) con «black angus que es carne de exportación» y el empanado es crocante y rico.

Lo primero que pensé fue «así deberían ser todas las que hacen». Viene con un dip de alioli y salsa criolla que le suma. Un punto a favor: el empanado tiene romero y sal marina. La porción es suculenta.

¿La posta? Vale la pena ir a probarla, es un plato de moda ahora en los bodegones porteños y este es un buen exponente. Es más cara porque es un producto «premium»: sale $19.300 la común y $20.500 con huevos a caballo. Flechita roja para arriba para esta.

La de pollo fue otra sorpresa. Antes era una suela finita. Es más gruesa y jugosa. Tiene perejil en el empanado y se nota: es un hecho que saben o aprendieron a condimentar las milanesas. Es una pechuga de pollo abierta al medio y rebozada.

Pedí la CRIMINAL que tiene dos huevos, cheddar, verdeo y con guarni de puré (la mejor combinación). Y me pareció muy buena, loco. Parece esas supremas gordas de rotiseria. Dorada y frita. Muy grande y sabrosa. Con una bocha de topping. Flechita naranja en diagonal para arriba.
Eso sí. Me pareció costoso. Comparados con milanesas de otros restaurantes de la ciudad están arriba. Sobre todo al mediodía. A la noche es más parejo. La común, la de nalga, en tamaño M sale $16.500 con guarnición igual que la de pollo. La otra entre $19.300 y $20.500.

Reflexión: no era mucha ciencia, muchachos. Es una milanesa. Somos argentinos. Comemos milanesa desde la cuna. Hacerla mal siendo el nombre de tu negocio y tu producto estrella puede ser un error grave y fue durante demasiado tiempo. Bueno, pasó. No está mal poner la cara y meter un volantazo. No sé si es suficiente. Pero era lo que había que hacer.

Es verdad que cambiaron? Si. Fue para mejor? Si. Alcanza para torcer la mala fama? Eso estará en cada uno, fueron muchos años para abajo. Y si tenés ganas de putear, puteá. Esto es lo que pienso y te lo conté tal cual fue.

por Nicolás Maggi