¿CÓMO SE PUSO DE MODA?

Cuando era chico y escuché por primera vez sobre este trago, pensé que era cosa de viejos. En los early 90s todavía no tenía glamour: el gin era una bebida medio olvidada por los jóvenes, más para el tío grande o el abuelo.

La cosa empezó a cambiar a finales de los 90, cuando apareció Hendrick’s por acá. Este gin escocés vino a romper el molde: tenía un perfil distinto y la genial idea de meterle pepino al trago en vez del clásico limón. Un gin tonic con pepino! Qué atrevimiento!

Imaginate la cara de los bartenders la primera vez que alguien lo pidió con pepino. Pero ese detalle marcó un antes y un después. De repente el gin tonic se volvió canchero, exclusivo, hasta un poco caro. Pasó a ser algo que todos los curiosos y entendidos querían probar.

Curiosamente, algunas de estas «novedades» no eran tan nuevas. Allá por los años ’70, la marca Seagram’s ya le había sugerido a la gente que pusiera un pepino en el gin tonic para darle un toque distinto. Pero parece que en ese entonces nadie le dio mucha bola a la idea.

Capaz fue un adelantado a su época. Tuvieron que pasar un par de décadas y llegar Hendrick’s con su marketing canchero para que a partir de 1999 todos nos entusiasmáramos con el famoso pepino en el vaso.

Y eso no fue todo. Poco tiempo después vino otra revolución, esta vez importada de España. Cuenta la leyenda que un barman español, un día que se quedó sin vasos largos, decidió servir el gin tonic en copas. El resultado? Un exitazo total.

En esas copas balón entraba más hielo, se liberaba más aroma y encima quedaban elegantes en la barra. La movida prendió enseguida: ahora el gin tonic no solo era rico, también se veía espectacular con sus rodajas de cítricos, ramitas de romero o granos de pimienta de colores.

Empezaron a aparecer combinaciones locas con frutas, hierbas y especias. Y lo mejor de todo: cualquiera podía probar a hacerlo en casa. El gin tonic se volvió un experimento divertido en reuniones con amigos, ya no algo exclusivo de los bares chetos.

A todo esto, la historia del gin tonic en Argentina venía de antes. El gin llegó en el siglo XIX de la mano de los británicos. Imagínense a los ingleses en sus clubes de rugby o fútbol en 1880, terminando el partido y tomándose un gin tonic como si estuvieran en Londres.

El agua tónica había nacido como remedio utilizado por los soldados británicos contra la malaria en la India bajo control colonial en el siglo XIX, y el gin era la versión inglesa de la ginebra holandesa que había adoptado también el ejército. La mezcla de ambos había sido casi natural.

En esos clubes fundados por británicos, el gin tonic era casi parte del ritual diario. Pero fuera de ese mundillo anglo, la bebida no se popularizó enseguida. Acá reinaba la ginebra que dominaba el paladar popular, sobre todo entre la gente de campo y los laburantes.

Por mucho tiempo el gin importado quedó medio relegado, como un gusto exótico de unos pocos, ante la ginebra que era tomada como algo más criollo. Recién en los años 80 el gin empezó a repuntar de nuevo por estos lados, apareciendo tímidamente otra vez en algunas barras y casas.

El agua tónica, por su parte, ya tenía su propia historia. Desde 1880 se importaban junto al ginger ale al país, y ya en 1922 marcas nacionales como Cunnington (por eso el logo de los dos cisnes, 22) empezaron a fabricarlas. O sea, ingredientes para un buen gin tonic hubo desde temprano: lo que faltaba era esa chispa cultural para juntarlos y hacer del trago un fenómeno popular.

Y hoy? El gin tonic es la estrella de la noche urbana y de cualquier juntada canchera. Quién lo diría? Aquel trago que nuestros abuelos tomaban casi en silencio, ahora es el favorito de los jóvenes en los bares de moda. Pasó de ser visto como algo anticuado a convertirse en sinónimo de onda y sofisticación.

En cada sorbo de gin tonic se mezcla un poco de toda esa historia: la herencia inglesa del siglo XIX, los experimentos españoles con la copa balón, la rebeldía marketinera de ponerle pepino, y la creatividad local sumando frutas y yuyos.

En ese camino, las empresas argentinas tomaron nota. En Peters, hace unos años decidieron que a la Legítima Ginebra Llave (la Verde, un Jonge Genever) se le sume Gin Seco Llave Negra, un dry gin con enebro y botánicos mucho más adecuado al crecimiento del gin tonic entre los consumidores. @llave1867

La evolución del gin tonic en Argentina es, en definitiva, la historia de cómo una bebida puede reinventarse y adaptarse a los tiempos. Y la próxima vez que tengamos uno en la mano, ya tenemos una buena anécdota para contar sobre todo lo que tuvo que pasar este humilde trago para llegar a donde está hoy. Salud!

Texto por Nicolás Maggi.
Diseño y fotografía por Yemina Paz Menis.

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