Florencia, 1919. El conde Camillo Negroni entra al Caffè Casoni…
Florencia, 1919. El conde Camillo Negroni entra al Caffè Casoni y le pide al barman Fosco Scarselli que le haga un Americano, un cóctel que lleva bitter, vermut rosso y soda, pero más fuerte. ¿La solución? El barman le reemplaza la soda por gin. Y nace un clásico: el Negroni.

De esta improvisación nace uno de los tragos más famosos de Italia y del mundo, el Negroni: partes iguales de gin seco, vermut rosso y bitter, servido en vaso corto con hielo y rodaja de naranja. Fórmula perfecta.

El Negroni se puso de moda en los 50 cuando las películas de Hollywood se filmaban en Italia, porque los extras eran más baratos. Hay una historia muy linda al respecto: parece que en el café Doney de Roma, Orson Welles quedó hechizado por el cóctel.

Fue después de beberlo convencido por el bartender, que le dijo que el gin tiene mucho alcohol, pero que los aperitivos y el vermut tienen botánicos digestivos que son buenos para el organismo y lo compensaban.

Lo maravilloso del Negroni es su sencillez. Es fácil de preparar en casa y se puede pedir en casi cualquier bar del planeta. Por 2012-2013 se volvió uno de los cócteles más vendidos en Buenos Aires, y cada cual empezó a desarrollar su preferencia.

Algunos prefieren cambiar proporciones para que quede más suave o más fuerte. A otros les gusta una marca de gin (nosotros usamos Gin Seco Llave Negra) o vermut, o cambian el bitter. También usan de garnish romero o una estrella de anís, o lo terminan con soda.

El mejor ejemplo es el Boulevardier, un Negroni con bourbon en lugar de gin. Otra linda receta es el Camparinete (mismos ingredientes pero más gin). Otro primo es el Cardinale (con vermut seco, más liviano). Es muy parecido al Coloradito, trago de moda en Argentina en los 50.
El Negroni fue siempre un cóctel de bartenders, cocineros y amantes del aperitivo. Hoy es también un fenómeno global, con bares enteros dedicados a sus variantes. Su popularidad no es casual. En un mundo lleno de artificios, el Negroni se mantiene sobrio y elegante.

Y aunque muchos juran que el secreto está en el vermut o en el bitter, lo cierto es que el gin es el corazón: le da equilibrio y actitud. Nosotros lo hacemos con Llave.
