Moscada: rooftop en Rosario

El restaurante Moscada está en un lugar realmente onírico: el quinto piso del Puerto Norte Hotel Design de Rosario. Es un mirador en altura al Paraná. Un lugar impactante de día, que de noche cobra una mística feroz con ventanales que reflejan la oscuridad del río y las luces de la ciudad.

Importante: hay que entrar al hotel por la puerta principal para subir al ascensor que lleva al resto, pero el acceso es libre. No hace falta estar hospedado para ir a comer. Entrás, anunciás en recepción que vas a Moscada y te indican dónde está el elevador.

Ni bien se abre la puerta del penúltimo piso, la esencia de nuez moscada te hace picar la nariz. Sí: aromatizan el pasillo. Y poco a poco te sumergís en lo que el lugar propone: un ambiente nocturno pausado, relajado y etéreo.

El terciopelo se mezcla con madera, cortinas pesadas y plantas voluptuosas. La estética juega con el Art Decó en su interpretación norteamericana. Hay algo de Mad Men, un glamour atemporal mezclado con nostalgia de los años 50 y 60, y el refinamiento que impone el hotel.

Predominan el verde y marrón. La iluminación tenue y cálida y las líneas limpias de la barra hablan de un diseño modernista. El techo con molduras y luces indirectas, de los clubes de jazz neoyorquinos. El playlist de música vibra con un midnight lounge sofisticado y acogedor.

Nos sentamos. En la mesa, hasta el último detalle está cuidado. Las servilletas son sedosas al tacto, hay veladores regulables, una vajilla cuidada y tres pares de tenedores y cuchillos Volf. Buena cristalería.

Pedimos las entradas. La presentación de los platos es celosa, de alta cocina. Mi mujer pide las chauchas con hummus, yema curada en salsa hoisin (china, tipo de soja pero glaseada) y pickles encurtidos de rabanitos. Están muy bien.

Yo pido mollejas en reducción de vinagre frutado, cous cous y tomates cherrys confitados. Me traen un aceite de oliva muy gustoso para hidratar la sémola de trigo. La textura de la achura y la salsa que la acompaña me abre la boca: necesito un cóctel.

Pido la carta y miro los tragos de autor. Lo que veo me encanta. Pido dos: hay experimentación, sofisticación, técnica en la ejecución y materia prima de calidad. Me recordó a la barra de Furia de Mar del Plata.

El primero (arriba izq.) es el Infierno de Dante: mezcal, cordial de Tabasco y lima, agua de tomate. Fresco, con notas picantes y cítricas que realzan el ahumado del destilado. Pregunto cómo hacen el agua de tomate: lo cuelan en filtro de tela. Maravilloso. El segundo (arriba der.) es Noches Sin Fin: ron, óleo de banana y avellanas, cold brew clarificado. Robusto, con presencia, casi un postre. Lo toma Yemina y lo aprueba.

Me dicen que hacen un Manhattan excelente: bourbon, bitter Angostura, Carpano rosso. Lo pruebo. Tienen razón.

Llegan los principales. Pido el cordero con papa ahumada, cremoso de habas y fondo oscuro. Está increíble. La porción es voluptuosa, las costillas braseadas tienen un sabor penetrante. Los acompañantes cumplen.

Mi esposa, que es vegetariana, elige una ensalada potente: rúcula, lechuga mantecosa, albahaca, kale, maíz frito y straciatella. Tiene varias texturas: el crocante del grano, lo chispeante del kale, la cremosidad del queso y la rúcula fresca y jugosa. Interesante.

Además, por pura curiosidad, agregamos unas Papas Ana: es como un milhojas de papa con una crema trufada y queso pecorino de oveja gratinado arriba. Una delicia.

A esta altura ya estamos tomando un vino: Terrazas de los Andes malbec rose. Tienen casi 100 etiquetas de vino y unos 20 espumantes. La selección oscila entre gamas media alta de bodegas de renombre, con algunas boutique o producciones más pequeñas.

Al final llegan los postres. Una rodaja de ananá con ganache de chocolate blanco, praliné de avellanas y cremoso de pistacho y wasabi. Nos pareció riquísimo y creativo. El wasabi deja un final de boca alucinante luego del dulce.

Número dos: biscoti de cacao y nuez, cheesecake de banana split, banana caramelizada y salsa de dulce de leche. Para un paladar más goloso como el mío. Rico.

Se va la noche. El lugar se revela ideal para una cita romántica. Es un híbrido entre un lounge futurista y un lugar estático en el tiempo para observar sin ser visto, para deslizarse en la noche sin apuro, flotando en un ritmo sensual y lento.

Salimos del hotel. Pienso por último: la atención es realmente destacada. Educada, no intromisiva e informada. Muy bien por el personal.

Carta y precios: linktr.ee/moscadapnh

Cómo llegar

https://www.instagram.com/moscadapnh

texto por Nicolás Maggi

diseño y fotografía por Yemina Paz Menis

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