Me gusta explorar la historia de la coctelería argentina…
Me gusta explorar la historia de la coctelería argentina. Y cuando encuentro un trago que se llama ANTESALA DEL INFIERNO, inmediatamente quiero saber mucho más sobre él. ¿Por qué se llama así? ¿Es fuertísimo? ¿Qué bebidas tiene?

Me enteré de su existencia por el libro «Tragos Mágicos by Pichín», que recupera sus cócteles de autor desde 1930 a 1955. Hay todo un capítulo de tragos con Gin de su autoría. Uno de ellos es Antesala del Infierno.

¿Quién era Pichín? Santiago Policastro, también conocido como «el Barman Galante», es considerado por muchos el número uno de todos los tiempos en el país, y el que abrió el camino para los jóvenes bartenders de Argentina.

Pichín era un tipo increíble y su vida fue de película: en 1954 ganó en Berna el premio máximo de la coctelería mundial, le pidió un barco a Perón para recorrer América mostrando bebidas argentinas, y hasta generó acciones diplomáticas con la URSS a través de un trago.

El barman relata que el trago atraía mucho al público por su aspecto, ya que al momento de ser servido la superficie quedaba adornado por «un vistoso copete de llamas azules, producto de la combustión de los alcoholes que lo componen».

En cuanto al origen del nombre, cuenta una anécdota muy chistosa. Hacía tiempo que había creado el cóctel y buscaba un nombre que esté a la altura de su aspecto llamativo. Una noche, mientras lo preparaba, un cliente le preguntó cómo se llamaba el trago llameante.

Allí fue que un amigo de Pichín, deseoso de hacerle una broma, lo interrumpió: «¡No necesita nombre, señor! ¡Eso, creado por un mago, sólo puede ser la Antesala del Infierno«. Todos rieron, y el cóctel quedó bautizado: a partir de allí todos lo pidieron con ese nombre.

INSTRUCCIONES
En coctelera de vidrio o recipiente que haga las veces de tal colocar 4 ó 5 trozos de hielo picado; luego verter:
(en ese momento se utilizaban las medidas en gramos)
50g Dry Gin (nosotros le ponemos Gin Seco Llave Negra)
40g Kirsch (licor de cerezas italiano)
30g Grand Marnier (licor de naranja con base de cognac francés)
30g Licor de marraschino
40g vermut seco (Martini Dry)
Refrescar durante 1 minuto y servir en copa cónica; luego agregarle 10 gotas de maraschino con bitter rojo que por su densidad bajan a la parte inferior de la copa; y en la parte superior 10 gotas de bitter rojo con 20 gotas de ron blanco. Agregarle una corteza de naranja humedecida en ron y encenderla con fósforo de madera; se producirá una llama azul que dará a este cóctel un interesante colorido.
De vez en cuando algún barman actual lo reflota. En esta foto podemos ver a un joven @Fedecuco, siempre preocupado porque no se olviden las raíces de nuestra coctelería, rescatándolo para el ciclo Greatest Forgotten Cocktails en 2009.

¿Qué bar lo seguirá sirviendo en 2025?

La historia completa de la vida de Pichin puede leerse en este link.
infobae.com/sociedad/2019/…
Mensaje de nuestro sponsor @llave1867: recuerden que el Gin Seco Llave Negra no es Ginebra (como la Verde clásica) sino un London Dry Gin. Para comprarla, en la tienda online está $15.000.
tiendallave.com.ar/productos/llav…
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Moscada: rooftop en Rosario
El restaurante Moscada está en un lugar realmente onírico: el quinto piso del Puerto Norte Hotel Design de Rosario. Es un mirador en altura al Paraná. Un lugar impactante de día, que de noche cobra una mística feroz con ventanales que reflejan la oscuridad del río y las luces de la ciudad.
Importante: hay que entrar al hotel por la puerta principal para subir al ascensor que lleva al resto, pero el acceso es libre. No hace falta estar hospedado para ir a comer. Entrás, anunciás en recepción que vas a Moscada y te indican dónde está el elevador.
Ni bien se abre la puerta del penúltimo piso, la esencia de nuez moscada te hace picar la nariz. Sí: aromatizan el pasillo. Y poco a poco te sumergís en lo que el lugar propone: un ambiente nocturno pausado, relajado y etéreo.
El terciopelo se mezcla con madera, cortinas pesadas y plantas voluptuosas. La estética juega con el Art Decó en su interpretación norteamericana. Hay algo de Mad Men, un glamour atemporal mezclado con nostalgia de los años 50 y 60, y el refinamiento que impone el hotel.
Predominan el verde y marrón. La iluminación tenue y cálida y las líneas limpias de la barra hablan de un diseño modernista. El techo con molduras y luces indirectas, de los clubes de jazz neoyorquinos. El playlist de música vibra con un midnight lounge sofisticado y acogedor.
Nos sentamos. En la mesa, hasta el último detalle está cuidado. Las servilletas son sedosas al tacto, hay veladores regulables, una vajilla cuidada y tres pares de tenedores y cuchillos Volf. Buena cristalería.
Pedimos las entradas. La presentación de los platos es celosa, de alta cocina. Mi mujer pide las chauchas con hummus, yema curada en salsa hoisin (china, tipo de soja pero glaseada) y pickles encurtidos de rabanitos. Están muy bien.
Yo pido mollejas en reducción de vinagre frutado, cous cous y tomates cherrys confitados. Me traen un aceite de oliva muy gustoso para hidratar la sémola de trigo. La textura de la achura y la salsa que la acompaña me abre la boca: necesito un cóctel.
Pido la carta y miro los tragos de autor. Lo que veo me encanta. Pido dos: hay experimentación, sofisticación, técnica en la ejecución y materia prima de calidad. Me recordó a la barra de Furia de Mar del Plata.
El primero (arriba izq.) es el Infierno de Dante: mezcal, cordial de Tabasco y lima, agua de tomate. Fresco, con notas picantes y cítricas que realzan el ahumado del destilado. Pregunto cómo hacen el agua de tomate: lo cuelan en filtro de tela. Maravilloso. El segundo (arriba der.) es Noches Sin Fin: ron, óleo de banana y avellanas, cold brew clarificado. Robusto, con presencia, casi un postre. Lo toma Yemina y lo aprueba.
Me dicen que hacen un Manhattan excelente: bourbon, bitter Angostura, Carpano rosso. Lo pruebo. Tienen razón.
Llegan los principales. Pido el cordero con papa ahumada, cremoso de habas y fondo oscuro. Está increíble. La porción es voluptuosa, las costillas braseadas tienen un sabor penetrante. Los acompañantes cumplen.
Mi esposa, que es vegetariana, elige una ensalada potente: rúcula, lechuga mantecosa, albahaca, kale, maíz frito y straciatella. Tiene varias texturas: el crocante del grano, lo chispeante del kale, la cremosidad del queso y la rúcula fresca y jugosa. Interesante.
Además, por pura curiosidad, agregamos unas Papas Ana: es como un milhojas de papa con una crema trufada y queso pecorino de oveja gratinado arriba. Una delicia.
A esta altura ya estamos tomando un vino: Terrazas de los Andes malbec rose. Tienen casi 100 etiquetas de vino y unos 20 espumantes. La selección oscila entre gamas media alta de bodegas de renombre, con algunas boutique o producciones más pequeñas.
Al final llegan los postres. Una rodaja de ananá con ganache de chocolate blanco, praliné de avellanas y cremoso de pistacho y wasabi. Nos pareció riquísimo y creativo. El wasabi deja un final de boca alucinante luego del dulce.
Número dos: biscoti de cacao y nuez, cheesecake de banana split, banana caramelizada y salsa de dulce de leche. Para un paladar más goloso como el mío. Rico.
Se va la noche. El lugar se revela ideal para una cita romántica. Es un híbrido entre un lounge futurista y un lugar estático en el tiempo para observar sin ser visto, para deslizarse en la noche sin apuro, flotando en un ritmo sensual y lento.
Salimos del hotel. Pienso por último: la atención es realmente destacada. Educada, no intromisiva e informada. Muy bien por el personal.
Carta y precios: linktr.ee/moscadapnh
Cómo llegar
texto por Nicolás Maggi
diseño y fotografía por Yemina Paz Menis