Storytime: nos fuimos a comer un pancho COLOR ROSA y terminamos en un bar oculto. En Jean’s Dog Too Hot hacen hot dogs estilo Frankfurt, inspirados en los carritos callejeros de Nueva York. Pero atrás encontramos una sorpresa que nos dejó de cara.

Estábamos caminando por Pichincha con hambre y vimos este lugar. Estéticamente llama la atención porque es todo rosa y le mete color a un barrio que es más bien oscuro. La cosa es que el local es un chorizo que desemboca en un portón y nos enteramos que atrás hay un bar.

Me pedí un pancho. Cada uno tiene el nombre de un barrio de NY, como Manhattan, Harlem (cantimpalo) o Queens (palta). Yo probé el Nueva York que tiene huevo, barbacoa, cheddar y cubitos de tocino. Como un pancho de carrito pero premium. Viene con papas onduladas y te la pone.

Tras la puerta pasás a Michel Clandestino. La tradición del speakeasy (hablen despacio) viene de la época de la ley seca en EEUU. La gente se juntaba a escabiar en lugares escondidos y no hacía ruido para que no se entere la policía. Hoy se retoma como sinónimo de algo íntimo.

Tanto Jean’s como Michel Clandestino forman parte de la trilogía en honor a Jean-Michel Basquiat, el artista neoyorquino de los 80′. Los tres locales son de la gente que lanzó Basquiat, el primer hijo hace 11 años, y después expandieron el concepto, la estética y la experiencia.

Michel, el segundo en ese viaje, representa Nueva York, la ciudad donde nació Basquiat, con todo lo que eso implica: arte callejero, diversidad cultural, mezcla de estilos. Entrás y hay un DJ pinchando un house medio funky, una artista pintaba en vivo. Se le da lugar al arte.

Está ambientado como un callejón con una lavandería, un garage, una licorería, un balcón. Parece un decorado de la obra de comedia musical Rent. Arriba tiene mesas en una terraza y en una estructura industrial con vista a todo el local abajo.

La gastronomía es un poco el reflejo del multiculturalismo newyorkino, con lo latino, el Chinatown, Little Italy. Hay platos elaborados de entrecot o entraña, risottos y fetuccinis, alguna opción asiática y burgers yanquis para evocar ese ambiente donde nació la historia.

Nos sentamos en la barra, donde tienen banquetas muy cómodas, y nos pedimos unos cócteles de una carta de tragos de autor excelente y original. Yo pedi un Strawberry Fields: gin + frutillas + té negro + hibiscus + canela + limón. Un trago ácido, cítrico, con garnish de flores.

También tomamos un mocktail con tónica, ananá y pomelo que nos hizo el barman (Gonza, un crack al que conocíamos de su paso por Delta, gran bar desaparecido de Puerto Norte Hotel). Le pusimos de nombre La Veda, porque es sin alcohol y al otro día eran las elecciones.

De entrada nos recomendaron los buñuelos que venían 3 de zanahoria y 3 de espinaca y zuccini, rellenos de queso y con salsa agria. Increíble que un buñuelo esté bueno, porque estaban riquísimos. Por algo es lo que más sale para arrancar.

De principal yo pedí un pastel de osobuco tamaño XL, una monstruosidad en cazuela de barro con un puré de papa medio rusticón y queso gratinado arriba, y un piso de carne sabrosísima hecha a cocción lenta que se deshace en el paladar.

Es para dos pero es lo que mas me llamó la atención de la carta, así que me serví la mitad para llevarme el resto a casa y tener un domingo de felicidad con las sobras. Cuando me subí al Uber me di cuenta de que me lo había olvidado en el bar. Casi lloro.

Mi mujer que es vegetariana eligió el risotto de remolacha con queso crema y gremolatta. Según Yemi tenía muy buena textura, era delicado y suave al paladar. Agradable y buen punto del arroz. Lindo plato, bien presentado. Es exigente, así que le creo.

De postre comimos el Lingote de Limón. El piso es una espumita de limón bien húmeda, bañada en chocolate blanco, con almendras tostadas crocantes arriba haciendo contrapunto y mucha chantilly. Gran laburo del personal de pastelería. Ejecución perfecta.

También probé la Mousse de DDL sobre marquise de chocolate, una seda, con una teja crujiente de masa frita para morder algo que tenga crunch. Un postre medio violento como me gustan a mi.

Bonus
Algunos días (jueves o viernes) después de la medianoche se arma boliche de electrónica o cachengue. Cuando hay boliche, a la salida la panchería sigue abierta y los beodos la arrasan.

SÍNTESIS
Realmente sorprendido. Al entrar, mi prejuicio me dictaba que iba a ser un lugar con buena coctelería y una propuesta de platos cumplidora pero sin destellos. Pero no, realmente excelente la cocina y la pastelería. El servicio en la barra fue mano a mano e impecable.
