Hoy cumple 60 años Copetin Fiat, una institución de Caseros, Buenos Aires…

A metros de la fábrica de Ginebra Llave, este clásico de barrio combina alma de parador rutero con el clima de un set de Polémica en el Bar. Platos abundantes, clientela fiel y un recetario que no se negocia desde hace seis décadas. Esto es Copetin Fiat.

En Caseros, hay una esquina que, de afuera, pasa desapercibida. Pero basta empujar la puerta para entrar en otra época: boiserie oscura, mozos de oficio y ese murmullo de sobremesa que parece de libreto televisivo. Fundado en 1965, Copetín Fiat sigue siendo un refugio de cocina porteña sin edulcorar, donde el menú se lee como un inventario de antojos que no responden a modas.

«Es un lugar para comer como antes, sin vueltas», dice uno de los dueños, nieto del fundador. El ADN del local está marcado por su cercanía a la fábrica de Ginebra Llave: entre vermú y sifón, el aperitivo fluye como si el tiempo estuviera detenido.

Más imágenes de comida para desear.

Un menú que no cambia (por suerte). La carta es extensa, pero hay platos que funcionan como puntos cardinales:

Milanesa napolitana tamaño mantel individual, con papas fritas caseras.

Empanadas de bondiola braseada, jugosas, con masa hojaldrada y un dejo de pimentón ahumado.

Tallarines al fileto, con salsa que hierve hasta quedar espesa y brillante.

Suprema Maryland, con la banana frita que hoy pocos se animan a servir.

Matambre tiernizado al horno con puré mixto.

De postre, los clásicos infalibles: flan casero con dulce de leche, queso y batata, y budín de pan coronado con crema chantilly.

Un sobreviviente con historia

Llegar a 60 años no es casualidad. Copetín Fiat atravesó crisis, cambios de gobierno y modas gastronómicas que iban y venían. La fórmula fue siempre la misma: porciones generosas, precios justos y un servicio que te llama por tu nombre.

Hoy, el bodegón se mantiene fiel a su receta original, pero con detalles cuidados: productos frescos, panes y pastas hechos en el día, carnes seleccionadas. Un equilibrio entre la nostalgia y la vigencia que lo convierte en parada obligada para quienes buscan comer bien sin imposturas.

El espíritu del lugar

No es un bodegón temático: acá no hay paredes cargadas de memorabilia de utilería. Lo que se ve es auténtico. Las sillas gastadas, la barra de fórmica, los cuadros de fútbol amarillentos, el perro pedigüeño que se pasea entre las mesas. Cada elemento tiene la pátina de los años, y eso es parte de su encanto.

La clientela es variada: jubilados que almuerzan todos los martes, familias que festejan cumpleaños con soda de 1 litro sobre la mesa, oficinistas que cortan el día con una milanga y medio litro de tinto.

GPS
¿Cómo llego? W. de Tata 5393, Caseros, Buenos Aires

www.instagram.com/copetinfiat

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