Rosca sería un gran nombre para un bar donde se discuta política. Pero su desembarco en Pichincha tiene otro significado: una vuelta a la amistad, la infancia, los amigos. Es un muy buen bar de previa, para ir a tomar algo, picar una cosita y seguir la noche.
Lo armaron en la esquina de Catamarca y Alvear, donde supo estar el difunto Rompan Todo. Abrió hace poco más de un mes. Es el proyecto de algunos socios que fabrican la cerveza Kalber. Muy lindo lugar que me parece que se va a re poner este verano.
El fuerte es la bebida pero las opciones para comer (todas muy de bar de tapas, casi nada al plato y tienen muchas opciones vegetarianas) no están para nada mal y salen del clásico papas con cheddar y sus amigos fritos.
Es un bar hecho de containers. Tiene techo pero es bastante abierto, y tiene una terraza preciosa en un lugar privilegiado y una vereda muy generosa. El mobiliario es el clásico banquetas (no tan incómodas) y barritas pero en algunos sectores hay mesas y sillas.
Obviamente venden cerveza Kalber. Tienen 12 variedades, la mayoría propias y algunas invitadas. Buena opción para compartir: venden jarras de litro a buen precio. También hay vino por copa y sidra embotellada.
Tienen vermut tirado hecho a base de La Charla y gin tonic tirado con gin Aquiles y tónica propia. Yo fui por esos dos. Mi viejo tomo una sweet stout riquísima (según él la mejor que haya probado) y una session Ipa invitada más flojeli.
Linda cortesía al sentarse, una focaccia calentitas y unos pickles. Había un DJ («El Pez») pinchando vinilos. Buen ambiente, público adulto joven, muchas mesas de chicas. La atención es buena (mucho personal) y los precios están acomodados. Es Pet Friendly.
Esto que comimos me pareció super original: son unos triangulitos fritos de masa de pastelitos (tipo «pañuelito»), rellenos de boga y acompañados de limón quemado. Una empanada distinta. Jugosa, bien condimentada. Muy rico.
Las empanadas de carne frita al estilo mendocino venían acompañadas de una salsa norteña muy sabrosa. También aprobadas.
Nos pedimos además unos fingers de pechuga de pollo fritos marinada al estilo coreano, con jengibre, ajo y salsa de soja. Acompañadas de una salsa de mayonesa con un picante bastante hot.
Por último le entramos a los arancinis (croquetas de arroz y hongos de pino rebozadas y fritas) acompañadas de una crema ácida con hierbas y limón. Estaban bastante bien.
Después de comer me tomé un trago que me pareció novedoso: se llama Roscanrola y lleva whisky Jameson, fernet Buhero, almíbar de banana y sweet stout. Me tomé uno y me la puso bastante. Mezcla rara pero me pareció copado.
Es para destacar: los precios están super bien para ser Pichincha. Comimos cuatro platos de tapeo y tomamos cinco bebidas, incluido un cóctel de autor, y no gastamos una locura.




