Hay un lugar de Rosario que es el Palacio de la Comida.
No estoy exagerando. Nunca vi un restaurante que sirva porciones tan pero tan grandes, sin descuidar la calidad. Club Social Zona Sud es un bodegonazo como los que ya no quedan, con espíritu de comedor de club de barrio.

Acá no hay acting: todo es honesto, genuino. Les encanta atiborrarte de milanesas, ravioles, tortilla, asado, empanadas. Todo es rico, enorme y a un precio razonable. Y todo tiene ese indefectible sabor casero que conecta con la infancia, una abuela, una cocina con olor a salsa.

Llego temprano, tipo 8 y media. Entro por el estacionamiento siguiendo el aroma a parrilla que inunda el aire. Hay unos pibes jugando a la pelota en la canchita del club. Afuera está Cristian fumando un pucho con su camisa celeste y recibiendo a la gente. Se acuerda de todos.

Entro. Saludo a Rebecca y a la moza con un tatuaje de Harry Potter que me suele atender. Siempre me dice algo sobre una historia de Turbio, le gusta el terror. Es una fenómena. Me siento y pido un vermut sabiendo que viene con el sifoncito para que te lo armes a gusto.

Sé que tienen Pichincha, como no podría ser de otra manera en un lugar que declame tanto BARRIO en cada centímetro de su fisonomía. Me gusta el vaso casi lleno, con un susto de soda. Y me encanta mirar cómo llega la gente y el comedor cobra vida mientras lo voy tomando.

No importa qué día vayas: a la hora pico, siempre está lleno. Las camareras vuelan, de la cocina sale gente transpirada, hay cola para llevarse comida del buffet. Los vecinos del barrio conocen la fama del lugar y compran. Lo que más sale: pizzanesas tamaño tiranosaurio Rex.

Una cosa es para remarcar por sobre las demás: la atención es impecable. Por lo general, termino pidiendo lo que me sugiere la moza, que te trata con ese espíritu vieja escuela que te convence: «Hoy está rico el matambre», cuando pediste tira. Y se acuerda de lo que te gusta.

Es cierto: toda la comida es buenísima. Pero las empanadas son para hacer un hilo aparte. Pesan 2 kilos. La masa es perfecta. La fritura, angelical. El relleno de las de carne… pocas veces he comido algo así. Las milito fuerte, y cada amigo que las prueba queda enamorado.


Somos dos pero somos tipos, así que pedimos dos cosas distintas y compartimos. De acá siempre te llevás una bandeja con sobras. Es imposible terminar todo. Pido el matambre de cerdo que me recomendó Rebecca, al roquefort. Es un espectáculo. Carne Paladini. Una porción monstruosa.

Pochi desde la cocina nos hace saber que hay una sugerencia de ese día que no nos podemos perder. Hizo cordero al horno arrollado, relleno con panceta, con aceite de oliva y especias. El plato es un delirio. Esto fue fundamentalmente una masacre.

No me puedo ir sin comer postre. Pido una copa helada que como todo en este lugar es monumental. Pistacho y sambayon de Yomo. Viene con obleas y una cereza marraschino. Debe ser 1/4 kg de helado fácil.

Son las 23.30 y me empiezo a levantar. Ya queda la mitad del salón. Los otros se fueron rodando a su casa después de la comilona. En la mesa, los restos de la batalla que pronto serán un tesoro a guardar en la heladera de casa. Me hará feliz mañana.

Afuera el partido de fútbol ya se terminó pero quedan un par de nenes pateando con las luces apagadas. Salgo a la calle a fumar, satisfecho. Miro para atrás. Ahí está el club social. Siempre va a estar.

Gracias @vermutpichincha por apostar a este tipo de contenido. Me encanta visitar esos rincones hermosos de los bares rosarinos para armar este mapa de aquellos lugares especiales. Esta fue la entrega N° 5. Pueden ver el resto en morfar.org.

HORARIO
Martes a Domingos abiertos al medio día (12 a 16)
Martes a Sábados abiertos por la noche (20.30 a 1.00)